El ganado en el campo gallego
Una característica interesante de muchos agricultores de las zonas rurales gallegas era su vinculación emocional con animales, que aportaban alimento o fuerza motriz, y con las tierras que trabajaban.En cierto modo las tierras, la familia, los animales domésticos, aperos de labranza, formaban una unidad con autonomía y entidad propia. Por lo tanto habría que personalizar a los animales con un nombre que los distinguiese de los demás. Así bautizan a las vacas, a los perros, a las fincas.
Usaban para la vacas nombres muy pintorescos, he aquí algunos: a marela, a xeitosa, a xuvenca… También, en cierta manera, trataban casi de humanizar sus tierras y en algunos casos diría rendirles una especie de culto. El concepto que tenían de los animales de la granja no era sólo una promesa de alimento o fuerza motriz sino a modo de animal de compañía: una mascota. Por otro lado, las tierras eran algo más que un objeto material del que se extraen productos alimenticios.
Una rama de olivo y agua bendita repelentes de 'toupas e ratos'
Sobre esta peculiaridad quisiera incluir una preciosa costumbre practicada en estas parroquias de la Comarca de Tabeirós y que reflejaba esta vinculación tierra-persona.En algunas parroquias de esta comarca había en el primer cuarto del pasado siglo había una piadosa y devota costumbre de bendecir las tierras el sábado de la Semana Santa:
Sábado de Gloria, día pleno de celebraciones religiosas. Los fieles llevaban a la iglesia una rama de olivo y una botella vacía. Durante la ceremonia de la bendición levantaban en alto la ramita para que recibiese mejor la virtud del acto y llenaban una botella con agua bendita. Así armados con botella y ramo de olivo iban recorriendo sus fincas, una por una. En cada una de ellas se arrodillaban y recitaban en altavoz esta preciosa jaculatoria:
Toupas e ratosfuxide de ahí
que a auga de pascuapasou por aquí.