lunes, 24 de octubre de 2016

Culto a la tierra en la Galicia rural

El ganado en el campo gallego

Una característica interesante de muchos agricultores de las zonas rurales gallegas era su vinculación emocional con animales, que aportaban alimento o fuerza motriz, y con las tierras que trabajaban.

En cierto modo las tierras, la familia, los animales domésticos, aperos de labranza, formaban una unidad con autonomía y entidad propia. Por lo tanto habría que personalizar a los animales con un nombre que los distinguiese de los demás. Así bautizan a las vacas, a los perros, a las fincas. 



Usaban para la vacas nombres muy pintorescos, he aquí algunos: a marela, a xeitosa, a xuvenca… También, en cierta manera, trataban casi de humanizar sus tierras y en algunos casos diría rendirles una especie de culto. El concepto que tenían de los animales de la granja no era sólo una promesa de alimento o fuerza motriz sino a modo de animal de compañía: una mascota. Por otro lado, las tierras eran algo más que un objeto material del que se extraen productos alimenticios.


Una rama de olivo y agua bendita repelentes de  'toupas e ratos'

Sobre esta peculiaridad quisiera incluir una preciosa costumbre practicada en estas parroquias de la Comarca de Tabeirós y que reflejaba esta vinculación tierra-persona.
En algunas parroquias de esta comarca había en el primer cuarto del pasado siglo había una piadosa y devota costumbre de bendecir las tierras el sábado de la Semana Santa:
Sábado de Gloria, día pleno de celebraciones religiosas. Los fieles llevaban a la iglesia una rama de olivo y una botella vacía. Durante la ceremonia de la bendición levantaban en alto la ramita para que recibiese mejor la virtud del acto y llenaban una botella con agua bendita. Así armados con botella y ramo de olivo iban recorriendo sus fincas, una por una. En cada una de ellas se arrodillaban y recitaban en altavoz esta preciosa jaculatoria:
Toupas e ratos
fuxide de ahí

que a auga de pascua
pasou por aquí.



Al terminar este rezo, arrancaban una hoja del ramo, la dejaban en la finca y bendecían la tierra con el agua de la botella. Pasaban a la siguiente parcela, repetían la misma ceremonia hasta que todas y cada una de ellas quedaba libre de todo mal y por supuesto, libres de ‘toupas e ratos’.





                               

jueves, 13 de octubre de 2016

La quema de libros en Galicia, año 1938

la Expurga

Recordemos brevemente un pasaje del Quijote en el que el cura y el barbero habían realizado un escrutinio de los libros de la biblioteca del caballero andante y arrojaran a la hoguera todos aquellos que habían trastornado la imaginación del  “desfacedor de entuertos”,  imagen que encarnaba la figura nuestro caballero.

En un pueblo de Galicia, año 1938 

Dejemos transcurrir en un soplo cuatro siglos. Paremos el tiempo en el año 38 del pasado y situémonos en una villa de nuestra Galicia natal. En aquella fecha, en ese lugar y en otros muchos pueblos también su hizo un escrutinio y quema de libros prohibidos.
Estábamos en plena guerra civil y la nación dividida en dos bandos combatientes. En nuestra villa el régimen político imperante proclamó la necesidad de velar por la pureza del ideal político con el riguroso control de prensa y demás publicaciones.
La agrupación escolar de la villa era depositaria de una nutrida biblioteca en la que podía haber libros o publicaciones contrarios a la ideología del gobierno.


Por orden superior

 Desde la jefatura provincial se había ordenado a todos los municipios que hicieran un escrutinio y quemasen todos lo libros de contenido políticamente heterodoxo. Esta orden fue trasladad al director de la agrupación con la obligación de ejecutarla de inmediato. 



Graduada Escolar Vicente Moure, Pontecesures, sobre 1940


Aquí entra como protagonista el redactor de este relato pues, con otro compañero de la escuela, ayudó a seleccionar la ‘escoria’ política. El director nos ordenó retirar antiguas enciclopedias, viejos libros encuadernados en rústica, revistas y todo cuanto papel contenía la biblioteca, pues había que hacer bulto.





Flechas y pelayos

Esta quema de libros prohibidos se realizó en un solemne acto público. El director de la graduada pronunció un discurso sobre la unidad política y los flechas y pelayos – organización militarizada a la que pertenecíamos desfilaron hasta la graduada y allí se quemaron papeles y libros acompañados con los vivas, mueras, arriba, abajo de rigor dirigidos a personajes de uno u otro bando respectivamente. Acabada la ceremonia oficial, flechas y pelayos regresamos en perfecta formación hacia nuestro cuartel acompasados con la patriótica canción:

“Prietas las filas; recias, marciales; nuestras escuadras van…”