Una aldea gallega, su iglesia y un crucero
Un lugar de la geografía
rural gallega cuyo nombre no cito. Una pequeña iglesia asentada en la colina más alta de la zona, muy cerca de un primitivo castro celta, con la fachada principal de
románico primitivo y con los relieves muy
erosionados. Y un poco más abajo, recibiendo a los feligreses que suben hacia al culto, un
crucero, nuestro protagonista.
Ya más lejanas, antiguas casas de piedra incrustadas en el verde paisaje de las faldas de los montes cercanos. A lo lejos, la silueta puntiaguda del Pico Sacro.
Ya más lejanas, antiguas casas de piedra incrustadas en el verde paisaje de las faldas de los montes cercanos. A lo lejos, la silueta puntiaguda del Pico Sacro.
El crucero
Sobre una plataforma
cuadrada se alza este precioso crucifijo de piedra.
Con esta escueta descripción
a modo de estampa fotográfica entramos en el tema recordando el amanecer de día
cuatro de octubre de 1984 cuando el ciclón “Hortensia” azotó las costas de la
península, especialmente las costas gallegas y tierras interiores. El intenso
viento con ráfagas de 158 km
hora afectó de tal manera a este cruceiro que una de esas ráfagas derrumba la
cruz y capitel, golpea esta masa de piedra contra las escalinatas de la
plataforma y se rompe en pedazos.
Así quedó el crucero
descabezado durante varios meses. Los paisanos que asistían a los cultos
religiosos evitaban tropezar con los trozos de las piedras desprendidas. Algunos las recogían y colocaban con respeto en un pequeño montón.
Nuestro patrimonio cultural se cae a pedazos
Las
autoridades eclesiásticas ignoraban este destrozo. Tampoco las autoridades
civiles como Patrimonio, organización que debe velar por nuestro patrimonio cultural,
no se hacía cargo de su restauración. Todo era pasividad, abandono, desidia y
los trocitos de piedra se iban hundiendo cada vez más en la tierra.
Este redactor narra estos
acontecimientos porque los vivió personalmente. Durante quince años había
regentado una escuela de niños en esta parroquia y contempló con mucho dolor
este desastre.
Un día pudo más la indignación y la tristeza que la prudencia y decidió poner remedio a esta situación de abandono y afrontar personalmente la restauración de estas piedras.
Un día pudo más la indignación y la tristeza que la prudencia y decidió poner remedio a esta situación de abandono y afrontar personalmente la restauración de estas piedras.
Con
el consentimiento del párroco se llevó para su casa los trozos desprendidos del
crucero, arena incluida y asumió la tarea
de realizar personalmente su restauración.
Todas
estas actuaciones se realizaron de una forma discreta. Era una situación delicada
y con ciertos riesgos legales.
El proceso de restauración
Con
mucha paciencia y sin límites de tiempo, comenzó con la unión de las piezas de
este rompecabezas.
Los brazos de la imagen se perforaron y se reforzaron con varillas de acero; pequeñas cabillas se utilizaron para fijar las partes más grandes. Un cemento especial era el producto usado en dichas uniones. Entre uno y otro empalme se necesitaba un largo periodo de tiempo de fraguado pero como este restaurador lo disponía de sobra, todo se fue recomponiendo. Hay que decir que el método utilizado fue muy cuidadoso y respetuoso y dentro de la gravedad del caso se utilizaron los medios y materiales que menos dañaban su integridad.
Los brazos de la imagen se perforaron y se reforzaron con varillas de acero; pequeñas cabillas se utilizaron para fijar las partes más grandes. Un cemento especial era el producto usado en dichas uniones. Entre uno y otro empalme se necesitaba un largo periodo de tiempo de fraguado pero como este restaurador lo disponía de sobra, todo se fue recomponiendo. Hay que decir que el método utilizado fue muy cuidadoso y respetuoso y dentro de la gravedad del caso se utilizaron los medios y materiales que menos dañaban su integridad.
Seis meses después de que el
ciclón “Hortensia” decapitara este hermoso crucero, la silueta
del mismo desafía de nuevo el horizonte. Hace treinta y dos años que se realizó
esta restauración y todavía sigue soportando nuevos ciclones y su imagen de
piedra desafía al tiempo y a los vientos en lo alto de la columna de piedra.
Los líquenes de forma de hojitas incrustadas y de manchas grisáceas cubren su
superficie dándole esta pátina especial que matiza las piedras después de
muchos años a la intemperie.
La obligación de proteger nuestro patrimonio cultural
Para finalizar este relato muestro estas imágenes. Dicen que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.