miércoles, 24 de abril de 2019

Una parada en el camino


Reflexiones

Después de más 70 relatos escritos quiero hacer una pausa. Una pequeña reflexión. Una parada en el camino antes de continuar con más historias de este viaje en el tiempo que es el blog "Todo pasa, todo fluye".

Durante cuarenta y cinco años  estuve integrado en el mundo de la enseñanza y a este mundo dediqué todos mis esfuerzos en jornadas de trabajo que con frecuencia de nueve horas diarias.

El tiempo discurría a otro ritmo

Como era habitual en aquellos años la labor de maestro conllevaba traslados. Cinco veces cambié mi lugar de residencia. Todas ellas en lugares de la geografía rural gallega en donde la vida se mide de una manera diferente y el tiempo transcurre a otro ritmo.



Además de las horas diarias que dedicaba a la enseñanza aún disponía de tiempo para dedicar a la familia, al trato con los vecinos y de recoger por escrito estas experiencias. Para que nuestros descendientes, por estos relatos, reconozcan nuestras antiguas maneras y modos de vida.




De ellos aprendí a ser reflexivo

En mis horas libres me gustaba mucho hablar con las gentes, escuchar sus penas, sus alegrías, sus historias reales o imaginarias. En mi cabeza toda esta información iba componiendo una historia, una película viva de cada lugar.

De ellos aprendí a ser reflexivo, aprendí también a darle valor real al tiempo. A entender su punto de vista sin perder el mío. A respetar sus opiniones y actitudes. Y sobre todo a comprender que el ser humano, sean cuales sean sus circunstancias vitales, está ahí.



De todo ello quiero dejar constancia escrita en estos relatos

Me admiraba que, con los poquísimos medios de vida, eran a su manera felices, creaban familia y la especie humana seguía desarrollándose como en otras partes. Cuando  España cayó en profunda crisis económica, mucha gente joven emigró a otros países europeos más prósperos. Nunca dejó de admirarme  esa enorme capacidad de adaptación, ese salto en el vacío que suponía para ellos partir de una pequeña aldea de la montaña Ourense y llegar a una populosa ciudad de Francia, Alemania, Inglaterra...

De todo ello quiero dejar constancia escrita en estos relatos. Me defino como un maestro que, como espectador, va narrando lo que acontece en su entorno. Quiero recoger estas vivencias de los años 50/60 del pasado siglo para que las actuales generaciones sepan de los sacrificios y modos de vivir de sus ancestros.