viernes, 3 de julio de 2015

Las lluvias de aquellos tiempos


El rio Ulla es, durante buena parte de su recorrido, la frontera natural entre las provincias de A Coruña y Pontevedra. Y cuando el rio se vuelve ancho, manso y sometido ya a las mareas del Atlántico, allí se encuentra Pontecesures. Mi pueblo de nacimiento. Recuerdo los veranos plácidos de temperaturas suaves y los baños en el rio. Pero los inviernos, ¡ah! aquellos inviernos.


Los recuerdos que van quedando en mi ya corta memoria de las lluvias que asolaban los inviernos cesureños durante mi niñez y adolescencia están llenos de imágenes de días y noches de continuas lluvias y persistentes vientos del vendaval. Recuerdo todavía el goteo continuo de la lluvia que se colaba por las tejas en mal estado e iba cayendo y golpeando monótonamente las tablas del fallado alterando el plácido y profundo  sueño que se tiene a estas edades.

Recuerdo también la imagen de la lluvia que caía en forma de cortinas blancas unas tras otras empujadas por el viento en ráfagas intermitentes. También las otras imágenes del tramo de la carretera general Coruña-Vigo  que atraviesa la villa.


La carretera en aquel tiempo tenía el piso de adoquín con la cara superior gastada por el continuo paso de los pocos coches y de los muchos carros de vaca con sus ruedas cubiertas con fleje de hierro.

Carretera con los desagües de las aguas de lluvia en mal estado por su falta de mantenimiento y el agua, en lugar de circular por los alcantarillados bajaba tumultuosamente por las cunetas invadiendo a veces hasta mitad de la calzada.

Los sufridos caminantes debían protegerse apresuradamente a cada paso de coches pues se exponía a sufrir un baño en chorro en una estación que no apetecía este tipo de aseo.

Recuerdo también los dos regatos que cruzan la carretera recogiendo las aguas de la parte alta del pueblo Siempre llevaban abundante agua en el verano y durante el invierno era frecuente que el paso subterráneo de la carretera no diera abasto y las aguas se desbordaba invadiendo la calzada.

El más cercano a mi recuerdo por estar al lado de mi casa paterna le llamaban o rejeiro de Gerardo que seguía su curso hacia su desagüe pasando por el Agro do Muiño en donde había un molino de agua hace muchos años, tantos que ni mis antecesores nunca supieron de su existencia.


Más abajo, en la actual calle de Rúa Nova, cruzaba otro regato igual de tumultuoso en invierno y con los mismos problemas de desbordamiento en épocas de intensas lluvias.

Estos dos rejeiros  conservan su cauce por donde discurría abundante agua. Ahora, ni en pleno invierno se ve circular apenas una pequeña corriente de agua.


También me recuerda los pobres vecinos de las partes altas de Cesures, los lugares de San Xulian, Condide Carreiras, A Toxa, en donde los caminos eran paso obligado de carros de vacas, de personas y principalmente de las aguas tumultuosas en invierno y su bajar manso en la época de estiaje.

Estos mismos recuerdos de las estaciones invernales también los tienen otras personas que relatan también sus impresiones. Un amigo de aquellos tiempos ,que en su vida profesional fue conductor del autobús de la empresa de transportes Castromil en la ruta Santiago-Vigo durante muchos años, me comentaba cuando hablábamos de aquellos tiempos  que recordaba los inviernos sentado en su vehículo conduciendo con una continua cortina de agua golpeando contra el cristal del parabrisas que impedía su visibilidad a pesar de las escobillas. Y así en viajes de ida y vuelta, y así un día tras otro durante casi todo el invierno.

Son tantos los recuerdos  de aquellos lluviosos inviernos que cuando dejo divagar mi memoria  hacia aquellas épocas, una única imagen me golpea insistentemente: la lluvia cayendo día y noche y día tras día.

Un recuerdo concreto del que doy fecha exacta y lugar: Enero de 1951. Estaba entonces este autor desempeñando el trabajo de Jefe de Fábrica en la fábrica de Conservas y Salazones Goday,SL.

Todo mes de diciembre había estado lloviendo intermitentemente. y así pasaron  los meses de enero, de febrero y marzo del siguiente año con solamente dos o tres días de sol. A veces venían lluvias torrenciales empujadas de vientos huracanados, otras, llovía mansamente días y días sin parar, con eses lluvias tan características en otros tiempos de Galicia. Situaciones deprimentes y propicias para provocar los típicos estados depresivos por la falta de luz solar.

Para mayor entendimiento del contenido de estas observaciones climáticas de otros tiempos tengo que aclarar que estos primeros informes son una especie de prólogo y guía para que quede más clara la idea central de este tema. Y vayamos con más informaciones concretas de épocas más remotas todavía en el tiempo, referidas a  las avenidas del río Ulla.



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