martes, 29 de noviembre de 2016

Conversaciones con las abuela de la aldea

Desde mi aldea

En mis largas charlas con las vecinas de una aldeíta de esta Galicia Interior, todas ellas con muchos, muchísimos años y una prodigiosa memoria de hechos pasados, me relataban toda una historia de sus propias vivencias.
Hablando al salir de misa

Creo preciso concretar que estas conversaciones no eran un diálogo en el sentido clásico de la expresión sino un largo monólogo.  Este “oyente” sólo ponía paciencia y curiosidad en estas conversas en las que antes o después surgían destellos de esa particular y única visión  del mundo.


Vestidas de fiesta
 En más de una ocasión había observado el curioso sistema que usaban para designar en el tiempo cualquier acontecimiento pasado o futuro.
Para estas mis vecinas, el nombre con el que designaban la división clásica del año en las cuatro estaciones y la de los doce meses del año era  desconocida, muy poco usada o tenían una noción muy confusa y muy vaga.
Todo lo envolvían en un contexto religioso usando las fechas que recuerdan celebraciones del cristianismo, festividades de santos, fechas de acontecimientos históricos de la iglesia. Todo se reducía a: “por Nadal”, “en San Juan”, “por Difuntos”, “en  Corpus Cristi , Ascensión”…
Vecinas de San Martiño  de Riobó


Estas piadosas y devotas abuelas también usaban el mismo sistema cuando se trataban de señalar o identificar un lugar concreto de la geografía local, el nombre de una parroquia o un ayuntamiento de esta comarca y cercanías. 
Iglesia de San Martiño de Riobó

No solían usar el nombre oficial del pueblo o de la aldea por el que se les conoce sino el nombre de una santo, de una santa o el de advocaciones de la divinidad que se celebran generalmente en pequeñas capillitas o en iglesias parroquiales de aquellos lugares:
As Angustias”  (en S. Miguel de Castro) –O Amparo (en Berres) – A Saleta (en Loimil) - Santa Eufemia (en Cacheiras – Os Milagros (en Amil) – Santa Mariña (en Castrovite)… Bueno; podríamos llenar varias páginas con el nombre de lugares y sus santos o santas correspondientes
También el autor de estos relatos quiere datar el final del tema en San Martiño de Riobó a primeros días de Navidad de 2016.

lunes, 21 de noviembre de 2016

LOS LEGOEIROS


Rebobinemos unas páginas de la historia de los pequeños acontecimientos de nuestra comarca. Recreemos en este relato la figura de un trabajador en otros tiempos relacionado con el mantenimiento de las carreteras secundarias de esta comarca. Los legoeiros eran las personas encargadas de adecentar el firme de las mismas para que los vehículos pudiesen circular normalmente y sin obstáculos.

En otros tiempos, el firme o piso de estas vías estaba formado por grava, gravilla y arena mezcladas con barro o simple tierra. Pesados rodillos hacían el firme duro y muy compactado.

El trabajador de la legoña

Las continuas lluvias de estas tierras y el frecuente tránsito de vehículos ablandaban esta cubierta produciendo profundos baches y las aguas pluviales que circulaban libremente por las cunetas de la carretera se desbordaban e invadían la calzada.
Tengo todavía grabado el recuerdo de una camioneta semienterrada en medio de la calzada en un invierno muy lluvioso. Un manantial había surgido en medio de la misma y ablandó el terreno
Aquí entraba la misión del peón caminero o legoeiro, el trabajador de la legoña. Éste tenía la misión de mantener la calzada libre de baches, limpiar las cunetas de maleza y dar paso libre a las aguas. Cada trabajador tenía signado un determinado tramo de la carretera, aproximadamente de una legua (4.835 m).
Legoeiros

Pero este relato se centra especialmente en la figura de los legoeiros de esta comarca y de su modo de trabajo. Estos trabajadores tenían fama de holgazanes en cuanto al desempeño de su oficio. Me consta la honradez profesional de la mayoría de ellos, pero no siempre era así: no tenían control ni estaban sometidos a vigilancia y esta situación acarreaba situaciones peculiares.
Lo que os cuento ahora son hechos, algunos vistos  por mí y otros muchos contados por paisanos de fiar.

El sudor del legoeiro

 Para crear imagen de laboriosos solían poner la legoña en la cuneta y colgar una prenda de trabajo en ella simulando su presencia en obra. En aquellos tiempos circulaba un dicho lleno de ironía popular cuando se buscaba curación para una enfermedad grave: el único remedio consistía en conseguir unas gotas de sudor de legoeiro.
Algunos no eran diligentes en su trabajo profesional pero sí que lo eran en su otro oficio privado. Estos profesionales de la carretera eran más diligentes en sus labores privadas mientras su chaqueta “trabajaba” en su lugar.


Cunetas en arriendo

Pero llevaban todavía más lejos su celo profesional; bueno; quiero decir en su provecho pues tomaban su campo de trabajo como propiedad privada: alquilaban o arrendaban tramos de cuneta para que las vacas de los vecinos pudieran pacer en la abundante y tierna hierba que allí crecía.
Ganado paciendo en las cunetas

 En algunos casos llegaban todavía más lejos; en algunas carreteras secundarias, permitían mediante pago de alquiler, el cultivo de hortalizas en las márgenes de la cuneta en las que era considerada zona posesión de la Dirección de Transportes.

Para terminar, mi respeto por los antiguos legoeiros que hacían su trabajo, duro y penoso, con eficacia y honradez.

martes, 8 de noviembre de 2016

La Virgen de Gundián


Comencemos con una cita histórica en la que nos precisará el día y año del acontecimiento que aquí relatamos y su ubicación geográfica:

“El día domingo 18 del mes de febrero de 1571 fue tan grande la avenida de las ágoas del Reino de Galicia y Arzobispado de Santiago que crecieron los ríos lo que más que nunca ni los más viejos se recordaban de tal, que destruyó muchas puentes y cayó el monasterio de San Juan de la Cova con la puente del Ulla.”

Precisemos más todavía el lugar: Por un lado la parroquia de Arnóis-A Estrada; por el otro, el  lugar de Vedra, A Coruña. Por el medio circula el río acotado por altísimos acantilados.
El río Ulla a su paso por Vedra
En la actualidad cruzado por un puente del ferrocarril Santiago Ourense.
En épocas muy anteriores a esta fecha, en el siglo IX, una orden monacal había construido un convento en este mismo acantilado y en la margen derecha del río. Lugar bien escogido para la vida contemplativa. En otra referencia histórica se indicaba que:

 “El individuo que por allí pasaba parecía haberse apartado a regiones de soledad y misterio”.
Capilla restaurada de la Virgen de Gundián
Los monjes que habitaban el convento construyeron un puente a base de largas vigas de madera y en la otra orilla construyeron una pequeña capilla que dedicaron al culto de la Virgen.
Desde remotos tiempos y todavía en la actualidad, los habitantes de esta comarca le atribuyen a esta advocación de la Virgen la curación milagrosa de enfermedades infantiles.


El baño milagroso en la capilla de Gundián

Esto que ahora os cuento  ocurría  a principios y mediados del pasado siglo.
El día ocho del mes de septiembre de cada año, se celebra la festividad de dicha Santa y las madres acudían a la capillita con sus hijos dolientes.
En primer lugar desnudaban al enfermito y lo bañaban o trataban de bañarlo con el agua de una fuente que mana de la capilla.


La fuente
Desechaban la muda usada, la arrojaban por detrás de un muro cercano. Esta ropa ya usada no tenía pérdida; otras madres, también con hijos pero con escasos recursos, no tenían reparo en aprovechar estas prendas caídas del cielo y nada se perdía.

Pero sigamos con el tratamiento: Las piadosas madres trataban pues de bañar al niño, pero el niño no estaba dispuesto a aceptar las frías aguas de la fuente. Los más pequeñitos mostraban su rechazo con un fuerte llanto pero los mayores trataban de evitar este baño huyendo de esta terapia.
 A veces se contemplaban pintorescas escenas: niños desnudos corriendo por el atrio de la capilla y las madres, también corriendo detrás de ellos, tratando de traerlos de nuevo a la fuente. 


Muchos niños morían, se convertían en ‘angelitos’.

En aquellos años de pobreza y desamparo las creencias y la superstición iban de la mano. Sus padres lloraban  con desgarro. *Pero antes de ser cristianamente sepultados  las personas próximas a la familia que padecían  de bocio se hacían acariciar su mal con sus manitas milagrosas.


Indulgencia ante la Virgen de Gundián
 *Pido perdón por narrar esta terapia relacionada con estos niños antes de que sus cuerpos reciban sepultura. Estos tenían la virtud de curar ciertos males de las personas mayores. Concretamente, el mal del bocio que consiste en un desmesurado crecimiento del tiroides por falta de yodo en la alimentación. Padecimiento que  se daba especialmente en las zonas rurales de la Galicia interior debido a la ingesta de grelos y otras legumbres en las que unas sustancias, las “goitrinas”, impedían su metabolismo.