sábado, 21 de octubre de 2017

Accidente de tráfico en a Illa de Arousa en los años 50

 A Illa de Arousa  


Situémonos en los años cincuenta del pasado siglo y busquemos refuerzos en los recuerdos de mi ya débil memoria  para relatar un  curioso pero insólito acontecimiento en un pueblecito marinero, a Illa de Arousa, situada en la ría del mismo nombre,  entre las provincias de Pontevedra y Coruña. Paisajes marinos llenos  de encanto y con imágenes  de gran belleza natural.



Un pueblecito marinero con 9 fábricas conserveras


 Este pueblecito marinero estaba habitado en aquella época por  cinco mil vecinos. Nueve fábricas de conservas de pescado -sí, dije nueve fábricas- elaboraban la mayor parte de la  materia prima que era aportada por la numerosa flota pesquera  isleña.
                   La casi totalidad de los hombres en edad laboral se dedicaban a la faena del la pesca y la mayor parte de las mujeres trabajaban como operarias de las conserveras.  El numerosísimo censo infantil, memorizando en las escuelas las materias tradicionales de estudio y aprendiendo vida.


 Gente sencilla y amable


 Estos pobladores isleños eran  gentes, sencillas, de mente sana, sin inhibiciones  en su trato social  y portadores de una idiosincrasia especial diferente de las otras gentes de la Galicia interior. Su lenguaje coloquial era extremadamente y rico, florido y con esa característica del “jejeo y seseo” en sus charlas lo que les daba una especial musicalidad.


El primer coche de a Illa de Arousa


En  esta intensa  actividad industrial de la isla  tenía que haber continuos traslados de materias primas pero no había circulación rodada con tracción animal. Los únicos medios de transporte los hacían las mujeres llevando a la cabeza las mercancías y a veces usando carros de dos lanzas arrastrados también a mano.
Una de estas factorías, a  la que le dediqué varios años de mi vida como técnico de la conserva, decidió modernizar este sistema de transporte y adquirió una camioneta de tercera mano, claro, en un taller de vehículos de ocasión  en la cercana ciudad de Vigo.



A Cachonda circula por a Illa


Después de las delicadas maniobras de embarque  y desembarque se planta en a Illa este flamante medio de transporte. Empieza a circular ruidosamente por las pistas y caminos de este pueblo con su motor sin silenciador. Grande fue la estupefacción de los propios isleños pues algunos mayores y casi la mayoría de los niños   no había visto nunca circular un coche. Era pues un insólito espectáculo ante los curiosos ojos de estas gentes mayores  y un gran asombro  de la numerosa población infantil

Los isleños, dotados de un gran humor y fina ironía, lo bautizaron de inmediato con el        pomposo nombre de  “a Cachonda”.
  Compruebe, amable lector, la fotografía adjunta y se dará cuenta de lo bien que le cae esta nombre al vehículo.
              

El primer accidente de tráfico de a Illa de Arousa   

     

El recorrido del a Cachonda por las pistas y caminos de a Illa creó un preocupante problema de seguridad. Los niños, al salir del colegio, corrían todos hacia el vehículo que carecía de autorización legal y de seguro obligatorio.
                   Estos niños se agolpaban a las orillas de los caminos, corrían  delante de la camioneta y detrás de la misma dificultando su ruidoso rodar e impidiendo que desarrollase sus más de 30km/h, velocidad normal de crucero.
                   En una ocasión conducía el vehículo este narrador, todavía sin permiso legal, por una estrecha callejuela. De repente un grupo de niños sale de una esquina  y se pone delante de la camioneta y arremete contra la misma. Y así aconteció el primer accidente de tráfico en la historia de esta isla.     

¡¡Tumulto de gente, llaman al 112, acude la policía de tráfico, la ambulancia medicalizada, y el equipo de atestados…!!

 Pero, ¡¡qué estoy diciendo!!  Este accidente no sucedió en la actualidad  sino hace casi setenta años. Pido perdón: mi memoria se trabucó  e invirtió la dirección  de la flecha del tiempo.
                   En realidad, el niño accidentado tenía un pequeño rasguño en un dedo y lloraba desconsoladamente porque había manchado la hoja del cuaderno de  deberes y temía el castigo del maestro.
A Cachonda con su ronroneo suave de motor ya viajado contemplaba la escena y sonreía. O eso me pareció ver.

                  


5 comentarios:

  1. Que historia más simpática e interesante. Espero que la maestra no regañase al niño accidentado!

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  2. Toda la fuerza motriz para la industria conservera isleña. Todo un testimonio de lo que fuimos. Gracias Juan.

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  3. Una elegante manera de mostrar la historia sin la cual no hay «Historia» posible. Gracias por mostrar este trabajo

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Es de mis tiempos como eletricista del cable sumarino

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