Queremos dejar
constancia en este relato de las aventuras de un personaje vecino de la villa de Cesures que entre los años 40/ 50 del
pasado siglo llenó con sus picarescas y extravagantes aventuras todo ese mundo
situado en lo mas bajo de la escala social de un pueblo.
En pocas palabras: era
un mendigo que en su recorrido callejero vivía de que la gente le ofrecía
durante eses años de tremenda escasez y quiebra social. Era un mendigo pacífico
que jamás pedía según las frases clásicas del acto: “una limosna para este
pecador que no tiene ni un mendrugo que llevarse e la boca”. Repito; no pedía
limosna; se la daban espontáneamente. Si entraba en una taberna, tan numerosas
en aquel tiempo, siempre le ofrecían un bocado de pan o sobras de comida.
Destacaba por sus extravagancias infantiles pues a pesar de su aspecto de
hombre maduro no pasaría de diez años su edad mental.En sus fotos aquí
insertadas, destaca su curioso y largo cuello y una pequeña cabeza que da la impresión
de ser una prolongación el mismo.
Estaba obsesionado por
la máquina del tren a vapor que atraviesa la carretera e iba por la calle
imitando con su voz y gestos corporales todos los movimientos que hacía la
locomotora, gestos que eran motivos de risa, pero nadie de metía con él. Se
subía al tren en Cesures y hacía el recorrido Padrón- Villagarcía y viceversa usando
curiosos trucos para evitar al revisor y si lo expulsaban del tren subía en el
siguiente.
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