domingo, 13 de marzo de 2016

Un mendigo cesureño

Queremos dejar constancia en este relato de las aventuras de un personaje   vecino de la villa de Cesures que entre los años 40/ 50 del pasado siglo llenó con sus picarescas y extravagantes aventuras todo ese mundo situado en lo mas bajo de la escala social de un pueblo.


En pocas palabras: era un mendigo que en su recorrido callejero vivía de que la gente le ofrecía durante eses años de tremenda escasez y quiebra social. Era un mendigo pacífico que jamás pedía según las frases clásicas del acto: “una limosna para este pecador que no tiene ni un mendrugo que llevarse e la boca”. Repito; no pedía limosna; se la daban espontáneamente. Si entraba en una taberna, tan numerosas en aquel tiempo, siempre le ofrecían un bocado de pan o sobras de comida. Destacaba por sus extravagancias infantiles pues a pesar de su aspecto de hombre maduro no pasaría de diez años su edad mental.En sus fotos aquí insertadas, destaca su curioso y largo cuello y una pequeña cabeza que da la impresión de ser una prolongación el mismo. 


Estaba obsesionado por la máquina del tren a vapor que atraviesa la carretera e iba por la calle imitando con su voz y gestos corporales todos los movimientos que hacía la locomotora, gestos que eran motivos de risa, pero nadie de metía con él. Se subía al tren en Cesures y hacía el recorrido Padrón- Villagarcía y viceversa usando curiosos trucos para evitar al revisor y si lo expulsaban del tren subía en el siguiente.


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