miércoles, 19 de agosto de 2015

El acordeón de Mario

Recuerdo también con entrañable emoción a Mario, un vecino, creo que de Campaña-Cordeiro, que todos los domingos y durante las fiestas de Carnaval, Navidades y otros festivos, se unía a nuestra pandilla con su acordeón y recorríamos, a veces hasta altas horas de la madrugada, las calles de Cesures cantando a modo de serenata en las ventanas donde suponíamos que dormía alguna moza y alguna que otra mujer  no tan moza y que no tuviera compromisos a quien no le gustase nuestra canción.

             Foto: Blog Felipe Benítez Reyes

En este modo de pasarlo bien nos tenemos llevado muchas satisfacciones pues a veces una mano asomaba al balcón y nos saludaba y daba las gracias por nuestra actuación. Nosotros ya nos conformábamos con este pequeño gesto de amabilidad pues no pretendíamos otra cosa.

En otras ocasiones no estaba la masa para bollos;¸quiero decir que no aceptaban esta elegante y pacífica manera de saludar a una beldad y la respuesta más suave era el silencio cuando no, nos soltaban un perro o nos echaban un jarro de agua fría, desde luego, sobre nuestras cabezas.

A cada una de las mozas que visitábamos le dedicábamos una canción especial a tono con las circunstancias personales pero siempre con la misma melodía en si bemol.

Recuerdo que nuestra letra preferida y que dedicábamos especialmente a las solteronas, era:

Adelita – o el nombre de la homenajeada /
Adelita sale al balcón/
que te estoy esperando aquí/
para darte la serenata/
sólo, sólo para ti.

Y así, después de recorrer  y cantar a pie de las ventanas de varias mozas y casi afónicos de tanto cantar desafinado, Mario guardaba su acordeón y los demás de la pandilla nos dispersábamos para recogernos en nuestras respectivas casas.

El mismo Mario, los sábados al anochecer se colocaba en un lugar abrigado de su parroquia y empezaba con su acordeón. Poco a poco se iban juntando mozas y mozos y se formaba un bailongo del que siempre se sacaba unas pesetillas.

Durante los días laborables de la semana cambiaba el acordeón por la cuerda de las vacas o el mango del arado para trabajar como jornalero pues el acordeón no le daba apenas ni para vicios.

                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario